TRANSFERENCIA Y TOPOLOGÍA

Autora: Andrea Moro

Transferencia y topología en Jacques Lacan.

No existen relaciones entre los seres humanos que no estén organizadas por la transferencia. Se despliegue bajo su forma imaginaria o simbólica, ella es la gran organizadora, ella es real.

Marie-Hélène Brousse (La transferencia develada. Marie-Hélène Brousse)

 

El presente trabajo se encuentra destinado a ir vislumbrando la relación que hay entre la transferencia y la topología en la teoría de Jacques Lacan, con el fin de contribuir a la tesis en curso denominada: “Topología y real”.

Lacan dedicó un Seminario completo a la Transferencia en los años 1960-1961, lo inició afirmado que para hablar de ella se debe utilizar una topología, no cualquiera, una adecuada, siguiendo su cita textual: “se requiere aquí una topología adecuada, y, por lo tanto, una rectificación de lo que implica comúnmente el uso que hacemos todos los días de la noción, teórica, de la transferencia.” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009, p. 11) Es decir, la topología es fundamental para dar cuenta de la transferencia en la teoría psicoanalítica.

El autor comenta que en un principio se tomaba a la transferencia solamente como amor. Si fuera una situación la que se vive con un psicoanalista, sería una situación falsa, continuó diciendo: “No creo que se pueda decir del análisis, pura y simplemente, que haya ahí una situación. Si lo es, es una de la que se puede decir que es ciertamente una falsa situación”. (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009) Se podría creer que la transferencia se trata de la relación que hay entre el analista y el analizante, pero él se orienta más bien a decir que sería imposible abarcar lo que el analista debería hacer, y lo que sucede entre ambos, sino que el punto al que el psicoanálisis se orienta, es lo que se denominó por el autor: el deseo del analista. A mitad de su Seminario 8 afirmó: “Todo lo que les puedo decir por ahora es que no me parece que lo que llaman relación médico-enfermo, con todos los presupuestos que acarrea, con sus prejuicios, toda una confusión […]nos permita avanzar mucho en este sentido. Para nosotros se trata, pues, de intentar articular y de situar lo que debe ser, lo que es fundamentalmente, el deseo del analista- y ello según puntos de referencia que, a partir de una topología ya esbozada, se pueden designar como las coordenadas del deseo […]” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009). El deseo está en juego a la hora de hablar de la transferencia. Y el analista tiene la responsabilidad de establecer un espacio en el que el analizante pueda volcar su propio deseo, en tanto deseo del Otro, más específicamente Lacan lo dice de la siguiente manera: “el analista ha de ser capaz de alcanzar para, simplemente, ocupar el lugar que le corresponde, definido como aquel que le debe ofrecer, vacante, al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro”. Entonces la transferencia no es simplemente una ilusión narcisista sostenida en el Ideal, sino más bien, es el lugar donde el analizante podría ubicar y desarrollar “el deseo”, y justamente poder propiciar ese espacio, es lo que el analista desearía.

Para poder hablar del deseo, hay que preguntarse ¿cómo arrancó el deseo, de dónde viene? El deseo es el deseo del Otro, ¿qué significa esto? Siguiendo la articulación de su Seminario sobre la transferencia, Lacan esboza: “La topología del sujeto que empieza en ¿Qué quieres?” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009, p. 165) En la constitución del sujeto, cuando el niño intenta desde su insondable decisión, separarse de su primer Otro, el cual podría ser su madre, se pregunta y demanda a la madre inconscientemente ¿qué quieres?, ¿qué soy para ella?, y en el proceso de constitución se van desarrollando los objetos parciales (objetos por donde la pulsión intenta satisfacerse, objeto oral, anal, fálico, mirada, voz) que tienen el fundamento primordial al que Lacan busca definir como el “ágalma”. Finalmente lo dice de la siguiente manera: “En una palabra, ¿de qué se trata?- sino de aquello cuya función hemos descubierto nosotros, analistas, bajo el nombre de objeto parcial” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009, p. 169) El objeto parcial es el centro, la clave del deseo humano. Por alguna razón, se cree que el Otro que es objeto de amor es un objeto total, un objeto esférico, una idealización que lleva siempre a la desilusión. El centro de la experiencia analítica está en los objetos parciales: pecho, heces, falo, entre otras. Para cada sujeto, habrá determinada relación con los objetos parciales, e inclusive al enamorarse de algún partenaire sexual, Lacan asegura, uno se enamora del conjunto de pedazos de objetos parciales que tiene ese otro, que no son cualquiera, están en íntima relación con el objeto de deseo para cada uno. Específicamente, Lacan dijo: “Aún tomando las cosas de esta forma, no se nos ha ocurrido decir que este otro, como objeto del deseo, es quizás, la suma de un montón de objetos parciales, lo cual no es en absoluto semejante a un objeto total” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009, p. 170) Lo que buscaba en aquel momento el autor, es romper con la idea de la totalidad, la ilusión de la perfección, inclusive define al sujeto como un sujeto con agujeros, para nada esférico, sino más bien, tórico, llamándolo así en su seminario sobre “la Identificación” del año siguiente. Tomar al sujeto a partir de la figura topológica del toro, permitirá localizar los diferentes objetos para cada sujeto, y en particular el objeto con el que más se entorpece, el objeto que permitió armar su fantasma en el caso de una neurosis ($◊a), descubriendo la función del objeto. Toda la preocupación de Lacan, deviene en la idea de poder encontrar una topología que de cuenta de la importancia de los objetos, citando a Lacan: “Si no sabemos indicar en una topología estricta la función de lo que significa este objeto, llamado el objeto parcial, cuya figura es al mismo tiempo tan limitada y fugaz, si no hallan ustedes interés en lo que hoy introduzco bajo el nombre de ágalma y que es el punto principal de la experiencia analítica- pues bien, sería una pena” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia, 2009, p. 173)

Para sumergirse en el Seminario 9, hay que arrancar tomando la definición del sujeto en tanto sujeto tórico. Es importante subrayar que dicha definición nació en el Discurso de Roma, al definirlo a la estructura del sujeto como la de un anillo (el término anillo es una forma de definir a la figura del toro), de la siguiente forma lo introducía hablando sobre la estructura del sujeto: “Esa estructura es diferente de la espacialización de la circunferencia o de la esfera en la que algunos se complacen en esquematizar los límites de lo vivo y de su medio: responde más bien a ese grupo relacional que la lógica simbólica designa topológicamente como un anillo” (Lacan, Otros escritos. Discurso de Roma, 2014). Es decir, es un concepto que sostuvo desde sus inicios hasta el final de sus seminarios, ya que en su Seminario 24, 25 y 26 sigue trabajando la figura del toro. La estructura del sujeto es como la de un anillo, eso quiere decir que en principio, Lacan intenta eliminar por completo la idea de que la persona que quiere ser analizante, es alguien “completo”, el analista recibe en el consultorio, un sujeto, que tiene una estructura tórica, figura topológica que tiene propiedades como las de ser una figura con dos agujeros, uno en el centro y otro alrededor de lo que se conoce como la cámara de una rueda. Esta figura tiene la propiedad, además, de poder recibir cortes, deformarla, y seguir siendo un toro, lo que plasma de forma clara la extimidad del sujeto, concepto descripto por Lacan en su seminario 7 (Lacan, El seminario 7: La ética del psicoanálisis, 2011, p. 171). Lo que la topología tiene de fascinante para el psicoanálisis es justamente eso, que se sostiene en las cualidades de la figura y no en las cantidades, un toro, puede ser un anillo, como también podría ser una taza, o un rectángulo, como se puede visualizar en la siguiente imagen, el pasaje de una taza hacia un anillo, tanto la taza como el anillo son un toro:

Los cortes que se pueden hacer sobre la figura posteriormente serán relacionadas por el autor como posibles interpretaciones del analista. Lo que localizó por dentro en un principio, fueron la demanda y el objeto del deseo. Estos objetos parciales de los que se vienen hablando como lo fundamental para la experiencia analítica, podrían ubicarse en el toro y permitir una lectura clarificadora.

Por un lado, en el toro se encuentra la línea naranja que representa la línea de los objetos del deseo, por otro lado las verde, amarillo y lila son las líneas de la demanda, según los desarrollos del autor podría llegar a representarse un toro así, es decir a modo de ejemplo, los objetos parciales pueden ser el seno materno, las heces del niño, que en la vida adulta pasan a ser objetos como el cigarrillo, el cual vendría a ser un sustituto del seno, o el dinero sería un reemplazo de la forma en la que se satisfacía el niño de forma inconsciente con las heces.

 En todos los primeros encuentros entre la demanda del Otro y la demanda del sujeto en constitución, van marcando una cierta estructura subjetiva, que podría localizarse en alguna de las estructuras psíquicas. El -1 que representa el cacho de carne, el 1 que es el rasgo unario, que toma el niño del Otro, un trozo del Otro. En el Seminario 9, las estructuras subjetivas se definirían a partir del circuito que hay entre el sujeto, la demanda, el Otro y el objeto parcial que esté en juego, el autor especificó lo siguiente: “la relación del neurótico al Otro en tanto condiciona en último término su estructura es precisamente esta equivalencia cruzada (croisée) de la demanda del sujeto al objeto del Otro, del objeto del sujeto a la demanda del Otro”. (Lacan, Seminario 9 – La Identificación – 6 de Junio 1962, 2005)

Lacan especifica en el Seminario 8 que de lo que se trata en la transferencia, es de lograr articular el deseo del analista a partir de una topología que represente las coordenadas del deseo. En el Seminario 9, luego de intentar explicar con el toro el circuito de los objetos del deseo y la demanda, concluye: “he llevado y vuelto a llevar a esta encrucijada el último año como siendo el resorte esencial de toda la cuestión de la transferencia: ¿qué debe ser ese deseo del analista?

Por ahora lo que se nos propone es encontrar un modelo topológico, un modelo de estética trascendental que nos permita dar cuenta a la vez de todas esas funciones del falo.” (Lacan, Seminario 9- La identificación – 9 de Mayo 1962, 2005).

En el seminario 10, Lacan busca llegar al origen de la constitución del deseo. Propone lo siguiente: “En el primer nivel, la realidad del Otro es presentificada por la necesidad, como queda bien claro en la impotencia original del lactante. Sólo en el segundo nivel, con la incidencia de la demanda del Otro, se desprende algo que, hablando con propiedad, nos permite articular de un modo complejo la constitución del a respecto a la función del Otro como lugar de la cadena significante.” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan: libro 10: La angustia, 2008, p. 352) El autor propone que la primer demanda del Otro aparece en el segundo nivel, ya que el seno sólo sería “el primer signo de dicho vínculo” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan: libro 10: La angustia, 2008, p. 355) Que la demanda aparezca en el segundo nivel, implica que para hablar de deseo, hay que posicionarse en el segundo nivel, el del objeto anal, él lo dirá de la siguiente forma: “La primera forma evolutiva del deseo se emparenta así en cuanto tal con el orden de la inhibición. Cuando el deseo aparece por primera vez como formado, digo en el segundo nivel […] La segunda forma del deseo, la que esclarece la función de causa que yo le doy al objeto, se manifiesta en lo siguiente- en que se vuelve contra la función anterior que introduce el objeto a en cuanto tal” (Lacan, El seminario de Jacques Lacan: libro 10: La angustia, 2008, p. 355) Hay que tener especial cuidado con los niveles de constitución del deseo, y del objeto “a”, porque lo que el autor está planteando, no se relaciona con las fases propuestas de oral, anal, fálico y genital de acuerdo a un esquema cronológico. Porque todo el rodeo que está dando, estaría posicionándose en los primeros días del bebé, el ejemplo que da sobre el objeto anal, es sobre lo que se conoce con el nombre de “meconio”, está refiriéndose a los primeros días del bebé, en el que se encuentra expulsando los restos de lo que fue, su anterior estadio adentro del vientre de su madre. Lacan determina que el momento de la constitución del objeto a, es el punto en el cual hay que apoyarse para dar cuenta de la función técnica de la transferencia. Es decir, de acuerdo a la función del objeto a privilegiado de cada analizante es que la transferencia se pondrá en juego.

En el Seminario 11, termina concluyendo, que el trabajo analítico consiste en mantener siempre, la distancia entre el Ideal y el objeto a. Que el análisis no está pensado en el sentido de que el analizante debería identificarse con su analista. El analista debe servir de soporte al objeto a, y esto no sería posible si el analista ocupa el lugar del Ideal: “si la transferencia es aquello que de la pulsión aparta la demanda, el deseo del analista es aquello que la vuelve a llevar a la pulsión. Y, por esta vía, aísla el objeto a, lo sitúa a la mayor distancia posible del I, que el analista es llamado por el sujeto a encarnar. El analista debe abandonar esa idealización para servir de soporte al objeto a separador […]” (Lacan, El seminario 11: los cuatros conceptos fundamentales del psicoánalisis , 2015)  Encarnar el Ideal del sujeto, traería las mayores complicaciones para el desarrollo del análisis, en tanto el analizante entraría en la faceta del engaño amoroso, en el cual quisiera ficcionarse a sí mismo para ser visto por el Otro de una manera amorosa y así verse en espejo, levantando las resistencias como efecto transferencial. Eric Laurent tuvo una muy bella forma de decirlo en el Congreso IV de la AMP del año 2004: “Por lo tanto, el psicoanalista no se identifica con ninguno de los roles que quiere hacerle jugar su interlocutor, ni a ningún magisterio o ideal presente en la civilización. En ese sentido, el analista es aquel que no es asignable a ningún lugar que no sea el de la pregunta sobre el deseo.” (Laurent, 2004)

Lacan, apunta a una maniobra de transferencia, en donde el analista debe saber en principio, ocupar un poco el lugar del Ideal, para permitir posteriormente el camino habilitado a la interpretación, pero posteriormente salir de ese lugar, permanecer a un costado, y permitirle al analizante verse causado como falta por el objeto a, que es lo que se presentó a partir del ocho interior:

Como se puede apreciar, Lacan utilizó a la línea de la demanda para localizar la transferencia, lo que llevaría a poder pensar a la transferencia en el toro en cada rulo de la demanda, y el analista siendo parte del inconsciente mismo del analizante, recordando la siguiente cita de Lacan: “Los psicoanalistas forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen aquello a lo que éste se dirige.” (Lacan, Escritos 2. Posición del inconsciente, 2018, p. 789) La topología del ocho interior acá es utilizada para poder situar la distancia que debe haber entre el Ideal y el deseo, que es a lo que apunta el análisis (de acuerdo al recorrido de los seminarios 7,8,9,10 y 11 de Lacan) Es muy interesante como podría pensarse, tomando al toro con la dinámica de la demanda y del objeto del deseo. En el Seminario 9 Lacan se encarga de aclarar que lo que señaliza en la línea del centro, son los objetos del deseo y no el deseo, el deseo es más bien, algo que se va cercando (por esto mismo en el ocho interior el deseo está representado con una línea entrecortada), y que no se lo puede decir. El trabajo analítico en principio va recortando a partir de los objetos, la singularidad de cada sujeto frente a ellos, en donde interviene la forma de cada uno con su pulsión y su deseo. El analista debe orientarse hacia el lugar de los objetos, poder incluso encarnar el objeto a y permitir intentar dar lugar al deseo, escurridizo. Específicamente, es a lo que se refirió de una forma poética Francisco Hugo Freda:

“He allí la política del deseo, borrarse constantemente, y tal vez ese sea el deseo del analista: la insistencia de querer inscribir lo imposible en un lugar donde nada se graba” (Freda, 2000).

 

 

 

 

 

Bibliografía

Lacan, J. (2009). El seminario de Jacques Lacan. Libro 8. La transferencia. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (2014). Otros escritos. Discurso de Roma. Buenos aires: Paidós.

Lacan, J. (2005). Seminario 9 – La Identificación – 6 de Junio 1962. Buenos Aires: Ricardo Ponte.

Lacan, J. (2005). Seminario 9- La identificación – 9 de Mayo 1962. Buenos Aires: Rodriguez Ponte.

Lacan, J. (2008). El seminario de Jacques Lacan: libro 10: La angustia. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (2015). El seminario 11: los cuatros conceptos fundamentales del psicoánalisis . Bueos Aires: Paidós.

Lacan, J. (2011). El seminario 7: La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

Laurent, E. (2004). Principios directores del acto analítico. Declaración de principios. Comandatuba, Brasil.

Lacan, J. (2018). Escritos 2. Posición del inconsciente. Buenos Aires: Paidós.

Freda, F. H. (2000). Revista Ornicar Wapol. Obtenido de De la Experiencia de la búsqueda a la experiencia del encuentro.: https://wapol.org/ornicar/articles/153fre.htm

La transferencia develada. Marie-Hélène Brousse. (s.f.). Obtenido de Red Psicoanalítica de atención: https://redpsicoanalitica.org/2020/11/24/la-transferencia-develada/

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